martes, 2 de noviembre de 2021

Sobre la reciente diatriba de Rogelio Polanco

Por Roberto Ruiz Rebo

La diatriba que con evidente descaro, el comisario Rogelio Polanco, jefe del departamento ideologico del Comité Central del Partido, lanzó contra el grupo Archipielago y sus miembros, no sorprende, solo causa irritación y desprecio. Polanco ni siquiera habla con ideas propias, y apela al balbuceado discurso del presidente que nadie eligió, y que azuzó a sus seguidores a aplastar los reclamos legítimos del pueblo con militares y pandillas. Los allegados del califa Diaz-Canel, émulos del castrismo más trasnochado, muestran una y otra vez su orfandad de argumentos y su desatino para enlazar mentiras. Los que oprimen al país y a su pueblo vistiendo la camiseta de revolucionarios están tan acostumbrados a menospreciar a sus ciudadanos, que les cuesta trabajo admitir que piensan con cabeza propia. Ver y escuchar a Polanco, enfundado en su impoluta guayabera y el alma llena de mentiras, supone un ejercicio de resistencia a los efectos de un purgante. Como si el socialismo en Cuba no hubiese fracasado, como si el peor capitalismo no hubiese sido restaurado en nuestro país por los hipócritas cazadores de dólares, guiados por los propios Fidel y Raúl. ¿Quién convirtió a Varadero, a los mejores hoteles y las mejores playas del país en un apartheid de nuevo tipo? Le dijeron al pueblo que iban a salvar al Socialismo con recetas capitalistas y le vendieron todo el desastre de la doble moneda, de la doble moral, del hambre y la doble vida. ¿O es que acaso Gaesa y Etecsa, entre otras yerbas aromáticas, salieron de los fundamentos de la teoría marxista? ¿O es que la truculenta captura de divisas y las llamadas tiendas en MLC conforman el fundamento económico para la construcción de la sociedad socialista que no acaban de completar? Se llenan la boca con planes y promesas, como si la única opción de progreso para miles de jóvenes no fuese lanzarse al mar, o atravesar las peligrosas selvas de las fronteras centroamericanas buscando una vida decorosa. Polanco arremete contra Archipiélago y sus rostros más visibles y miente porque ni siquiera lo que muestra como prueba de un complot es auténtico. Y él lo sabe. No se atreven a publicar las opiniones de los opositores con sus propias palabras. No tuvieron el valor de sacar a sus propios periodistas a las calles durante el levantamiento de pueblo del 11 de Julio, ni tienen valor para permitir la réplica, porque quedarían desnudos ante los ojos de los que aún creen sus mentiras.

El comisario ideológico cita una serie de hechos violentos y planes que solo ocurrieron en la cabeza afiebrada de los que redactaron su sermón, ignorando que, en todos estos días, hemos visto a través de las redes cómo ellos mismos atizan el discurso de odio en las instituciones y actos oficiales, y entrenan bandas para enfrentar a quienes han hecho el llamado para un ejercicio cívico. Es impensable que los palos, las piedras y las cabillas que se muestran en esos adiestramientos sea para rechazar a una invasión extranjera. ¡Vaya descaro!


En cualquier país con un estado de derecho, los voceros de la tiranía cubana, incluyendo a su presidente, ya hubiesen sido procesados por grabar y utilizar grabaciones o conversaciones personales sin autorización. (para colmo adulteradas.) Hubiesen sido acusados y puestos ante los tribunales, porque en los últimos meses, no han cesado ni un solo día de incitar a la violencia. En contraste, en ninguna de las apariciones, en ninguno de los escritos de los que han llamado a la marcha pacífica, existe una sola palabra de incitación a los desmanes de los que se les acusa. Pero en Cuba no se respetan esas garantías, en Cuba no se respeta la privacidad de los ciudadanos, y por eso es necesaria la marcha: para que cese la violencia, para que los presos políticos sean liberados, y para que la tiranía por fin le de paso a un nuevo pacto social.

El aparato de espionaje de la tiranía, tan enterado de la vida íntima de los opositores, que conoce sobre el atosigamiento y los actos de vandalismo que “con amor revolucionario”  han perpetrado y perpetran la Seguridad del Estado, la PNR y las pandillas de respuesta rápida contra los opositores, calla junto con Polanco, quien no dijo nada de eso en su “amoroso” discurso, ni se refirió a los cientos de jóvenes que fueron encarcelados de manera violentamente “amorosa” por las fuerzas represivas y que todavía permanecen encarcelados de manera ilegal. No habla de los muchachos de San Isidro, de la UMPACU, de Daniel Ferrer, de los atropellos contra las Damas de Blanco, cuyo delito ha sido marchar pacíficamente durante años pidiendo justicia para sus hijos, empuñando un gladiolo en sus manos como única arma de “destrucción”.

Si Cuba precisa un cambio de gobierno es la voluntad del pueblo quien lo decidirá, y no un partido político que por demás es el culpable de los fracasos del proyecto de país que se nos vende a través de su desgastada maquinaria. 

Finalmente, el ideólogo de los privilegios del castrismo concluye su perorata con un glamoroso derroche de palabras acarameladas, y de ñapa nos regala una amenaza camuflada en una frase de Martí fuera de contexto. Y cito un fragmento: “Estamos aquí para impedir que el enemigo acorrale al abanderado o caiga la bandera en malas manos…” Fin de la cita. La bandera, señor Polanco, es del pueblo, son ustedes quienes lo han acorralado y se la han arrebatado. La bandera está en malas manos desde hace 63 años, en las manos de quienes no han sabido hacer posible la felicidad, y que han destruido hasta los sueños más elementales de sus ciudadanos. Señor Polanco, José Martí lo dijo: “Donde no hay equidad ni respeto a todas las opiniones no hay patria, sino una dictadura.”

¡Patria y Vida!

 


viernes, 15 de octubre de 2021

Yúnior García y las mentiras del régimen

 Yúnior García y las mentiras del régimen

Por Roberto Ruiz Rebo

La gente que esgrime la verdad ante la opresión se vuelve peligrosa para sus opresores, porque no hay nada más temible para las tiranías que la razón y la honradez. Yúnior García Aguilera, el líder de la Marcha del 15N en Cuba, el joven teatrista que ha desafiado al castrismo es un hombre sereno, inteligente e íntegro. Lo conocí cuando vivía en el barrio de Cayo Hueso en la ciudad de La Habana. Aun lo recuerdo callado, ensimismado en sus primeros proyectos teatrales; aun lo veo sentado junto a mí en un cubículo de ediciones de video, explicándome donde debía hacer los cortes de sonido y de imagen, dándome elementos del propósito de su obra. Todavía guardo el detalle; de aquella tarde del concierto por la Paz que promovió el colombiano Juanes en la capital cubana, en que le tomé una foto junto a su novia que no tuve la fortuna de guardar para este momento. Yúnior y yo nunca hablamos de política, sólo de temas artísticos y cuestiones triviales. Por esa imagen que guardo del Yunito que conocí brevemente en aquel tiempo, es que me atrevo a escribir estas palabras.  

Durante los sucesos del N27 frente al Ministerio de Cultura en el año 2020, volví a ver a Yúnior García en un video de YouTube, defendiendo sus verdades. Desde entonces, y después de fracasar en el intento de silenciar al joven dramaturgo con propuestas divisorias, el régimen comenzó a ensayar una campaña de desprestigio contra él que no ha cesado. Ahora, y desde hace algunas semanas, los linchadores mediáticos y las llamadas ciberclarias, ese ejército de gente reclutada y pagada por la tiranía para atacar a opositores, y diseminar mentiras afines a la propaganda castrista, han lanzado al ciberespacio una andanada de artículos y análisis llenos de mentiras y medias verdades para tratar de amedrentar no solo al joven opositor, sino también a la población que disiente. Los dinosaurios han ocupado a diseñadores, propagandistas y a algunos artistas populares que se han prestado al juego, para entregarle al pueblo cubano  una imagen distorsionada de quien no le pueden negar su talento e integridad como ciudadano. Yúnior está en peligro porque la dictadura no ha podido doblegar su voluntad, ni perdona su valor de enfrentarla.

Como si en Cuba no hubiera mentes claras y no hubiese más de mil motivos para disentir y revelarse, lo primero que niegan estos alabarderos del desastre socialista, es la existencia de los principales motivos que han provocado estas protestas. Omiten, a sabiendas, la cantidad de jóvenes encarcelados por reclamar sus derechos, los abusos que se practican con cualquier ciudadano que disiente y la violencia ejercida por la policía, los órganos de la seguridad del estado, y las pandillas de las llamadas brigadas de acción rápida durante cualquier protesta, asi como el llamado a la violencia hecho desde la televisión por el propio presidente.

Conociendo los postulados goebbelianos, los propagandistas del castrismo aplican la máxima de las mentiras repetidas sin derecho a la réplica.  No hay en las publicaciones de la tiranía como “La Jiribilla” y “Cuba Debate” ninguna entrevista a Yúnior. Ninguno de los periodistas estrella del régimen se atreve a entrevistar esa fuente, eso no va a suceder, porque quien se atreva a hacerlo, solo puede esperar el acta de defunción de su carrera en los medios oficiales. Tampoco, ningún funcionario de la tiranía aparecerá en los medios alternativos independientes que ya le han cursado invitaciones, porque no tienen otros argumentos que no sean el gastado llantén contra el enemigo, ese mismo enemigo que hace más de 60 años están esperando invada al país, y que, según el guion de los Castro, es el causante del fracaso del socialismo en Cuba, otra argucia aprendida del manual de Joseph Goebbels.

En sus esfuerzos por desprestigiar al talentoso joven, vuelven los alabarderos del régimen a machacar sobre las oportunidades brindadas a él por la revolución, como si hubiera que agradecerle al estado la creación de escuelas y ventajas para sus ciudadanos. Repiten como cotorras sobre la magnanimidad del estado, como si las riquezas de la nación no fuesen creadas por la gente, sino en las oficinas y las dependencias gubernamentales con el trabajo de sus burócratas. Ignoran la noción de que el estado es nuestro empleado, es el estado el que trabaja para nosotros porque somos nosotros los que le pagamos.

La tiranía miente, repite una y otra vez que los opositores quieren volver al pasado, propalan la mentira de que son violentos y que son pagados por ejercer sus opiniones por una potencia extranjera. Sin embargo, ninguno de ellos ha podido citar una frase violenta por parte de estos jóvenes, ni han podido mostrar una sola prueba de los supuestos pagos desde el exterior. Lo que sí está ante la cara de todos, es un pseudo presidente azuzando a sus sabuesos contra los que ejercen sus derechos y quieren un país con libertades ciudadanas. Lo que ya es evidente, es la naturaleza criminal de un gobierno que ha militarizado las calles, y las han saturado de agentes represores que incluyen desde la policía, hasta ciudadanos con palos, listos a golpear a todo el que piense diferente.

Las administraciones del estado que se han encargado de rechazar la marcha del 15 de noviembre próximo, convirtiéndose en juez y parte, sin que exista un órgano legal e independiente que determine la legitimidad de la expresión ciudadana, se han colocado precisamente en una posición ilícita por negar un derecho, no solo previsto en la constitución cubana, sino también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la que Cuba es signataria.

Las pruebas de ilegalidad que ha declarado la tiranía contra los jóvenes que protestan son pueriles, y no tienen ningún asidero legal, ni vigente ante un estado de derecho. Citan entre otras excusas baladíes a uno de los jóvenes secuestrados por el régimen, que dijo ser partidario de una intervención militar, el apoyo de los influencers cubanos y la oposición, así como la acogida de los organismos internacionales a los propósitos de la marcha.

Yúnior García y los moderadores de Archipiélago, pese a la negativa de los gobiernos municipales, convertidos en juez y parte, han reafirmado su propósito de marchar el 15 de noviembre, ellos saben lo que les costará ejercer ese derecho. Ya no habrá sorpresas, el mundo tiene los ojos puestos en Cuba. Diaz-Canel, el Partido Comunista, las fuerzas represivas y los ciudadanos armados de palos que se presten para ejercer la violencia contra la gente indefensa, serán responsables de lo que le suceda a Yúnior y a los cubanos que, de manera pacífica, marcharán por las calles para reclamar sus derechos.








viernes, 16 de julio de 2021

Junto al pueblo o con el poder: Algunas preguntas para los “revolucionarios”.

Por Roberto Ruiz Rebo

Maldito el soldado que apunta el arma contra su pueblo.

                                                                  Simón Bolívar

Pongamos un panorama hipotético: en Cuba no hay hambre, nadie tiene que entrar en un pugilato para llevar comida a la mesa, la población vive en viviendas confortables. Supongamos que el ciudadano común puede vivir con el dinero que le paga el estado, puede pagar la cuenta de su teléfono celular cada mes y tiene una cuenta de internet para informarse de lo que pasa en la política, la cultura y la ciencia; los ancianos retirados no tienen que vivir de migajas, ni hacer largas colas para alcanzar un trozo de pollo, hay medicinas para todos, el estado revolucionario escucha a sus ciudadanos. Sin embargo, no todo el mundo es feliz en ese escenario hipotético, porque hay gente que piensa que las acciones del gobierno no son suficientes, y que después de más de sesenta años en el poder, el nivel de vida de la gente se encuentra cada vez más bajo. De pronto llega una pandemia y pone al país en una situación peor, y los gobernantes, los que detentan el poder, después de un año de la aparición del fenómeno, solo tienen promesas para la población, mientras la economía familiar se derrumba, no hay medicamentos, la gente se muere, aumenta el hambre y las necesidades más urgentes, y ese gobierno solo le ofrece planes para el futuro a la gente.

En ese momento, una buena parte de esa gente sale a protestar, cree que su gobierno se ha olvidado de ellos. Esa parte de la gente se va a las calles a demostrar su descontento, piensa que el gobierno los ha engañado y ya no quiere a esos gobernantes. La gente está indignada, pero solo lleva su grito de protesta, quiere que las cosas cambien. ¿Qué debería hacer el gobierno en ese escenario hipotético? Pregunto a los “revolucionarios.”

Tiene el estado, en ese  escenario imaginado, el derecho de reprimir a los que protestan utilizando a la policía, el ejército y gente disfrazada de civil? ¿Es adecuado azuzar al pueblo contra el pueblo?  ¿Tiene la policía el derecho a penetrar de manera violenta y ultrajar a personas delante de su familia por el delito de pensar diferente? ¿Tiene un gobernante el derecho de llamar a una parte de la población a enfrentarse a muerte contra los que no piensan igual?

Diaz Canel habló de una guerra mediática, pero valdría preguntarse ¿De qué parte viene la llamada guerra? ¿De opinar o acallar las opiniones? ¿Quién ha silenciado a internet desde hace años y ahora lo silencia a su antojo? ¿Quién ha vetado las imágenes de la violenta represión a que ha sido sometido el pueblo, para esconder la verdadera cara del régimen?

Diaz Canel habló de revolucionarios confundidos, de gente afectada por los problemas y gente manipuladora: ¿Cuál de los mencionados no es el pueblo?

Desde el punto de vista de Díaz Canel, las calles son de los revolucionarios que,


interpretándolo de manera cabal, quiere decir, de los que apoyan al gobierno. ¿Es solo pueblo quien apoya los designios del gobierno? ¿O es que no somos pueblo los que disienten o los que hemos emigrado? Si las calles son de los revolucionarios, ¿dónde está el espacio para disentir, para hacerle saber al partido que hay hambre y necesidades y que ellos no han hecho bien las cosas?

La población cubana no tiene acceso a las imágenes de la barbarie que se ha cometido en estos últimos días. El estado cubano ha hecho muy bien su papel de represor hipócrita: ha acallado el flujo de información desde Cuba y dentro del país, para que no vean su verdadero rostro. No creo que tanto abuso, tanto atropello del aparato represivo, sea aplaudido por los cubanos de a pie que, aunque no hayan salido a las calles, sufren las atrocidades del gobierno.

Pues bien, señores “revolucionarios”, sepan que ustedes se han colocado al lado del poder, sepan que en Cuba ya corre la sangre de gente que ha alzado su voz, solo su voz. Sepan que dentro de su revolución se secuestra, se tortura y se mata. Negar la ilegitimidad de las acciones de la tiranía en los últimos tres días, solo demuestra una ceguera incurable o una hipocresía oportunista. En los tiempos que corren, la situación cubana nos ha colocado en una disyuntiva: Estar junto al pueblo, o con el poder. Y esa es la cuestión.  

lunes, 12 de julio de 2021

Cubanos en las calles: el mundo está mirando

Por Roberto Ruiz Rebo

#soscuba #patriayvida #sinpatriaperosinamo

La conquista de las calles por el pueblo cubano en distintos puntos de la isla, este domingo, era un evento largamente esperado. El cubano está desesperado y, ahora desarmado, ya está arriesgando su vida. Luego del Maleconazo en la década del noventa, en que unos cientos de habaneros se lanzaron a protestar en las calles, no había sucedido nada parecido. Ha sido un despertar lento, extremadamente lento, como consecuencia del control de los medios por parte del régimen, quien han mantenido el poderío de las tecnologías de la comunicación bajo la más estricta limitación y vigilancia.

Por años hemos escuchado a la tiranía propalar la mentira de que todos los que hemos pedido el cambio somos pagados por el gobierno estadounidense. Ahora, la avalancha de pueblo en las calles pidiendo libertad, cambios y soluciones, según Diaz-Canel, es producto de la confusión y de la desinformación. Y dice además que al exilio no le importa el bienestar de sus familias, cuando durante años la vasta mayoría de los exiliados hemos contribuido, desde el exterior, con la alimentación, la salud y el bienestar de ese pueblo, enviando dinero, ropa, alimentos y todo tipo de útiles a nuestros seres queridos.

Ayer vimos, a través de las redes sociales, la verdadera cara del régimen y la decisión del pueblo de echarlos del poder. Las multitudes de miles y miles de cubanos, que este domingo salieron a las calles, no enarbolaban ningún tipo de arma, sino que de manera pacífica alzaban el clamor de: “Libertad, patria y vida, abajo la dictadura” entre otros reclamos. Las masivas movilizaciones, que aun ocupan las calles del país, movidas por el resorte de sus necesidades, son de gente sufrida que claman por soluciones. Sin embargo, vimos y escuchamos al presidente de facto hablando, en tono amenazante, de una “orden de combate” que ya está dada. Escuchamos a un presidente diciendo que está “dispuesto a todo”, por preservar la revolución, como él llama a un proceso anquilosado por más de sesenta años. ¿Qué significan las palabras de Diaz-Canel?  ¿Qué significa la arrogancia del régimen que movilizó ayer a sus fuerzas represoras, algunos vestidos de civil, y disparó contra la población y golpeó a algunos de los manifestantes de manera brutal?  ¿Significan que está dispuesto a un baño de sangre por salvar una ideología fallida, antes de resolver o darle paso a otros que resuelvan los problemas en Cuba? Cada gota de sangre que se derrame en Cuba será responsabilidad de Miguel Diaz-Canel y del Partido Comunista, quienes han azuzado a sus bandas de apandillados a reprimir el clamor del pueblo con palos y con la fuerza policial y el ejército armados.

Los cubanos estamos hartos de discursos sin soluciones. Ya no queremos promesas, y la respuesta es que le cedan el puesto a gente con ideas y fuerzas para llevarle comida y bienestar al país. Los cubanos sabemos que la cúpula gobernante no ha podido, ni podrá porque no han hecho política para hacer feliz a la gente, sino para beneficio de las vanidades del difunto rey de la barba y el hermano, y por años seguimos sufriendo el deterioro de todas las esferas de vida del país. De nada sirven las ideologías y discursos bonitos que solo traen la pobreza y la infelicidad de la gente.

Hemos escuchado de la adhesión de algunos policías y militares con el pueblo en esta hora decisiva. Muchos cubanos, en algún momento, apoyamos a la revolución, muchos militamos en las organizaciones comunistas y, en un punto, la realidad nos obligó a pasarnos al lado correcto. Es la hora de que los militares, también se sumen al pueblo y no participen en esa guerra civil que torpemente a ha invocado el dictadorzuelo de turno.

Llegó el momento en que los opresores tienen que   armar sus matules , y los argumentos para rendir cuentas. Ya no son tiempos de morir impune. El pueblo no pide un diálogo con sus verdugos. Que no digan más mentiras, el mundo entero está mirando todo lo que sucede, y la calle no es de los que apoyan al régimen, la calle es de todos. Y en este momento es, como nunca fue, de los que están haciendo una nueva revolución sin los Castro.




domingo, 18 de abril de 2021

El Congreso del Castrismo y el destino de Cuba

Por Roberto Ruiz Rebo

Más de sesenta años después de triunfo del fidelismo en Cuba, y en medio de una debacle social,  económica y política, se celebra un nuevo congreso del Partido único en la nación caribeña. Raúl Castro se ha ocupado de poner en pausa su poder, después de colocar en sitios claves a sus incondicionales y apandillados.Su discurso casi desafiante no deja lugar para las dudas: nada cambiará en la nación,  que no sea la nomenclatura de poder. Ĺas necesidades y carencias del pueblo no parecen tan importantes cuando se trata de aferrarse a los privilegios y a la impunidad: los mercados están vacíos, y la falta de alimentos no ha encontrado una respuesta viable del gobierno que ahora ha tildado a la iniciativa privada de "enemigo", a sabiendas de que el empoderamiento de un mercado fuera de las manos de la cúpula militar debilitaría el poder centralizado. La retórica de la tiranía más añeja del hemisferio no ha cambiado. Mientras se reprime y encarcela a quienes se atreven a pedir cambios o protestan de manera pacífica, se acusa e inculpa al gobierno estadounidense del fracaso económico y de las justas protestas que de manera pacífica protagonizan la UMPACU, las Damas de Blanco, el N27, los valerosos muchachos de San Isidro y muchos otros sectores de la población, incluyendo a influencers de las redes sociales. Según el régimen,  todos somos pagados por el imperio, e incluso han convencido a una buena parte de la población de que algunos somos delincuentes y gente sin moral ni principios, una fórmula tan vieja que a pesar de ello, les funciona. La realidad es que los dictadores están temerosos y muy preocupados: cada día son menos los que apoyan a su gobierno y mucho más los que despiertan y se suman al rechazo y a las denuncias de los desmanes castristas. Por eso, el régimen apuestan por un  control más riguroso del flujo de información y la promulgación de leyes que impidan la libertad de expresión y el libre pensamiento. Mientras, los órganos de la Seguridad del Estado y todo el aparato represor, se ha volcado a las calles tratando de contener los reclamos populares: secuestros, golpizas, detenciones, multas, juicios sumarios y encarcelamientos desproporcionados son l por los actos de repudio que organizan las mal llamadas organizaciones revolucionarias. El mito de la invencibilidad del castrismo, no está basado en el bienestar ni el progreso del país. Está basado en calumnias y teorías conspirativas, y en el control absoluto de una enorme maquinaria represiva y un sistema de adoctrinamiento que por estos días las redes sociales comienzan a derribar. El talante amenazador del discurso de Raúl Castro es una muestra más de cuan débil está la dictadura: les temen a una canción, a un gesto, al avance económico de cualquier ciudadano, a las noticias,  a los libros que no sean los ya fiscalizados y la palabra "cambio" sigue siendo un delito. El Muro de Berlín fue derribado, y no fue por las armas. Decrépito y gastado como se ve el castrismo no será sorpresa que se siga derrumbando y que un dia no lejano las generaciones de los cubanos dignos celebremos sus funerales. 


martes, 12 de enero de 2021

Señoras y señores: no le debo nada a la revolución

Por Roberto Ruiz Rebo

Los cubanos de mi generación frecuentemente hemos escuchado que lo debemos todo a la revolución. Nos dijeron que la revolución era más grande que todos nosotros. Fue repetido muchas veces, y nosotros lo creímos tanto que, a los que crecimos después del 59, y ya no lo creemos, casi siempre, tal aseveración nos pone en pausa, nos pone a divagar, nos pone a dudar. ¿Será cierto que tenemos esa deuda?  

Fuimos a la escuela sin que nuestros padres tuviesen que meter sus manos en los bolsillos, nos atendieron los médicos sin mostrar una tarjeta o número de seguro y encima de todo eso, nos pusieron a bailar con la música de que vivíamos a salvo del infierno. Fuera de la isla estaba la casa de Lucifer. Nosotros vivíamos en el mejor de los mundos posibles con un papá todopoderoso, invicto. Y fuimos creciendo con esos mitos. Los dictadores cubanos tuvieron todas las herramientas para inventar los personajes e historias creíbles. Los periódicos, la radio, la televisión, el cine, la literatura, la escuela, los sindicatos, las organizaciones de barrio, y un enemigo, en fin, todo lo necesario para una mitología sin fisuras, capaz de enamorar, de convencer al más suspicaz de los suspicaces. 

Señoras y señores: Yo no le debo nada a la revolución. 

Cuando era apenas un niño y en plena adolescencia, la “revolución” me sacó del hogar con sus cantos de sirena, me llevó a trabajar muchas veces: la escuela al campo, los domingos rojos, regímenes de trabajo y estudio en los centros becarios, movilizaciones a los cortes de caña para las zafras azucareras, entrenamientos militares. Todo eso en la niñez y en plena adolescencia. ¿Quién paga por todo eso?

Ya adulto con un salario raquítico y con una familia que cuidar, las “tareas revolucionarias” aumentaron y se hicieron casi obligatorias. Había que vigilar al enemigo para salvar lo más sagrado.  Y en 1983, fui llamado a Servicio Militar Obligatorio para cumplir una misión militar en la guerra civil que por entonces ocurría en Angola ya ocupada por tropas cubanas. Les aseguro que nadie me dijo que era obligatorio, pero todos sabíamos lo que tocaba hacer, a menos que tuviese un padrino poderoso. Mi madre lloró por mi partida y tuvo dificultad para reconocerme a mi regreso, estaba diezmado. De aquella aventura quedaron medallas inservibles, miedos y traumas que muchas veces me quitan el sueño. ¿Quién paga por todo eso?


Señoras y señores: no le debemos nada a la revolución, es la revolución la que nos debe. Nos debe los juguetes de la infancia, el café con leche de la mañana, nos debe el tiempo, el tiempo del esfuerzo bajo el sol ardiente, sudorosos y con hambre. Nos debe la conexión con el mundo, los parques, las carreteras, la autoestima, la distancia.
La revolución nos robó nuestros sueños de progreso y desarrollo, y el mundo que alguna vez amasamos para legarle a nuestros hijos que hoy sueñan con un boleto de avión para marcharse.  

domingo, 27 de diciembre de 2020

A propósito del futuro diálogo: Lo que le faltó decir a Diaz-Canel en el Parlamento

Por Roberto Ruiz Rebo

Valdría la pena preguntarse cuál será el día en que el actual gobierno cubano va a tomar en serio los reclamos del pueblo y va a sentarse a dialogar con la gente más vapuleada de nuestro país en todos estos años de miseria. 

Recientemente, el nombrado presidente, Miguel Diaz-Canel habló en el Parlamento Cubano acerca de la voluntad de su gobierno de dialogar con la administración de Joe Biden, próximo presidente de los EEUU, mientras que en ese mismo discurso ninguneó y calumnió a un grupo de artistas que, tras de ejercer una presión sin precedentes, logró ser recibido en la sede del Ministerio de Cultura. Ese grupo de artistas protestaba contra la represión, el acoso y el maltrato a que estaban siendo sometidos los huelguistas del Movimiento San Isidro por parte de la policía y la seguridad del estado, cuando protestaban por el encarcelamiento injusto del rapero Denis Solís a través de una huelga de hambre.

Lo que faltó decir en ese discurso en el parlamento, fue precisamente  que desde ese mismo gobierno que sugiere un diálogo con los que  supuestamente  financian y organizan las protestas en Cuba, se ordenó suspender las conversaciones que ya se había acordado en esa reunión y que luego las fuerzas represoras arremetieron con ímpetu contra los artistas de San Isidro y los que de manera pacífica los obligaron a dialogar aquella noche: los arrestaron, les cortaron la comunicación telefónica y el internet, les lanzaron las turbas de acción rápida entre otras acciones intimidatorias, y comenzaron una campaña manipulativa de desinformación en actos públicos en uno de los cuales el propio Diaz-Canel los llamó mercenarios, terroristas y negó toda posibilidad de diálogo.

Supongo que antes de una conversación con cualquier gobierno extranjero, el principal diálogo ha de realizarse con los ciudadanos cubanos que se han expuesto a la persecución, a la represión y al acoso por soñar con una Cuba diferente. En vez de las maniobras para reafirmar el desastre socioeconómico cubano a través de la manipulación de las masas, ya es hora de que se celebre un plebiscito para decidir el tipo de sociedad en que quieran vivir todos los cubanos sin necesidad de emigrar, donde quepamos todos, y no en un modelo de sociedad que sólo entienden y disfrutan los que detentan el poder. Un modelo de sociedad que ya casi nadie quiere, y en donde se vocifera que la calle es de los revolucionarios. Y yo me pregunto: ¿A dónde han de ir los que no lo son ni quieren ser revolucionarios? 

Tengo el honor de conocer a uno de los muchachos que se presentaron a protestar en el Ministerio de Cultura, un talentoso teatrista graduado en una de las universidades cubanas, tuve el placer de colaborar en uno de sus proyectos estando en Cuba. Mienten de manera deliberada las autoridades del gobierno llamándolos mercenarios para formar una opinión de rechazo. De ese mismo modo y de manera velada utilizan los prejuicios raciales reminiscentes en la población para descalificar y satanizar a los muchachos de San Isidro y a todo el que se les oponga, aunque esa oposición sea pacífica y a nivel de pensamiento. Hannah Arendt, una de las más importantes pensadoras del siglo XX, y quien estudió a fondo los orígenes de los regímenes totalitarios, señaló que “el más radical revolucionario se vuelve conservador un día después de llegar al poder”,  la titulada revolución del Centenario, no es una excepción porque sus mentores han acudido al miedo y la parálisis para retener el poder durante décadas sin alternancia.

Los muchachos de San Isidro no son supuestos artistas. Es ridículo pretender desde una oficina, aunque esta sea la presidencia de la república, decidir quién es o no es artista. Varios de los chicos de San Isidro tienen una obra y una ejecutoria reconocida, y los que no, tienen todo el talento para un proyecto de arte y sociedad superiores. 

Los alabarderos del régimen de La Habana hablan del arte como “arma de la revolución”, pero se oponen a los cambios, a esa constante convulsión que provoca la creación. Según Diaz-Canal los reclamos de los artistas no deben ser de otra índole que sobre pase a la creación, y llama “extra artísticos” algunos de los reclamos de los huelguistas. Se contradice el elegido de Raúl hablando de manera ininteligible de “una oposición política sin base social”. ¿A qué se refiere? ¿Por qué le teme a la confrontación con los que piensan diferente? Ya nadie cree esa mentira de que no hay oposición en Cuba, ejemplo de ello son Las Damas de Blanco, la UMPACU, Somos Más, Cuba Decide, Cuba Independente y Democrática, el Movimiento San Isidro y más de una docena de grupos de activistas que conforman la disidencia cubana y que han resistido por años la embestida fidelista y la raulista, acompañados también por las organizaciones que, desde fuera del país, han mantenido viva la llama de la rebeldía. ¿Cuatro gatos? Tal Vez. Pero cuatro gatos que ya perdieron el miedo y que representan los anhelos de una Cuba diferente.

Señor, Diaz Canel: los que resisten y sobreviven a las carencias y las calamidades en que se mantiene a la sociedad cubana no son ustedes. Los que se enfrentan a la brutalidad policial y de la Seguridad del Estado en las calles y a veces en sus propios hogares no son los familiares de su camarilla de privilegiados. Ustedes tienen el poder, pero no dirigen los sueños de los ciudadanos. Las causas fundamentales de la débacle cubana no están en el Norte, ni en el Sur ni en ninguno de los cuatro puntos cardinales. Está en el mantenimiento pernicioso de dos de esos mismos ingredientes que usted menciona y que dice no estar dispuesto a negociar: un sistema defectuoso y disfuncional, y una revolución acabada por la sed de poder de su propio mentor al que usted representa. 

Cuba tiene que cambiar para que podamos, como usted dijo refiriéndose a EEUU, construir “una relación respetuosa y perdurable” entre todos los ciudadanos sin distingos las creencias religiosas e ideologías políticas. Fue “con todos y para el bien de todos” la sociedad por la que se inmoló el más grande de todos los cubanos que ustedes mencionan a conveniencia. 

Cuba está llena de problemas sin resolver que se han acumulado por más de seis décadas, porque ustedes no han elegido otro camino que el sufrimiento del pueblo al que aspiran a seguir sacrificando. Ustedes son la reacción y el inmovilismo, la revolución, el cambio lo están haciendo en Cuba las nuevas generaciones en las calles y barrios pobres de Santiago, de Cárdenas, de San Isidro y de todo el país. No es en el Parlamento Cubano donde se va a decidir el futuro de Cuba, los actuales parlamentarios están tan ocupados en remendar el actual desastre, que aún no perciben que la mentalidad del país está cambiando y que el despertar de toda Cuba ya es inevitable.